21.09.94

(Escuchando: Murcof)

Por Ioshio Hd.

– ¡Déjame verte no dormir!  
– No sé qué tan conveniente sea eso.

Hoy llueve, no hace mucho que alguien me enseñó todo lo que debería mejorar de mi vida, después de entregarle todo lo que en ese momento, creía que, tenía – Antes de retirarme, alguien más solo dijo: ¡cuida tu corazón!, y eso fue todo – Hoy llueve, la lluvia limpia las calles, pero no los deseos. Y tú decides qué rescatar, después de decidir que todo esto no es más que una persecución elegida y colocada en las vigas de las miradas que también emergen de las rasgaduras de los sueños. En los deseos ambiguos que se toman con los ojos entreabiertos, no importa el ángulo de la perspectiva, ni los espejos que la realidad nos pone en la cara, ni los símbolos que nos generan despertares en nuestros estados más delirantes – Hoy llueve y la colección de objetos valiosos que, con letras hechas a mano y tinta, parecen firmar el escenario de la oscuridad; donde por más que ya no lo veas de frente, cuando volteas el pasado te saluda y te dice “¡Hola!” – Hoy llueve y la canción que salva el mundo no tiene cara, ni termina con aplausos ni es canción. Su cara me dice que debimos probar alguna vez la sensación de sabernos únicos en este mundo, donde la humildad era la mejor forma de vivir; pero no para los mejores motivos. Abusamos bastante dentro de las razones alargadas por las vías de las sonrisas internas, cuando está por más el hecho de invocar la felicidad disfrazándola de vieja paz – Hoy llueve, cuando era mejor conocer el camino que siempre puede llegar a ser corto, justamente cuando siento que voy a entrar a un sueño del que solo voy a despertar muerto. Lo explico esto de cierta forma, porque es casi imposible explicarle a alguien de frente cómo es que las emociones son como verdaderos superpoderes que, si de verdad lo que se intentan es crecer, se tiene que aprender a usarlos – Hoy llueve mientras que el otro, sin idealizar, solo buscaba a alguien para seguir buscando a alguien más. Una prueba de que existes en el mundo, no será suficiente para nadie; pero siempre será peor pensar en quedarse en el mismo lugar – Hoy llueve después de aprender, bajo las circunstancias de la más enervante muerte, que lo que cuenta es lo que vivimos; no los sueños, ni las intenciones, ni de lo que nos sentimos vacíos: lo que cuenta es lo que vivimos. Es claro el dolor y la cobardía, están. Es claro el miedo y la indirecta  de llamar miserable una vida – Hoy llueve y el olor a muerte de algo se derrumba sobre los egos, nos hace crear un escape dentro de nosotros mismos, un escape de quien solo sabe caminar por donde ha pasado y encuentra la nueva ruta de un vivir, a pesar de lo vivido, un festejo a pesar de lo festejado, también un contar con lo que no había contado, y un viejo entender sobre lo nuevo entendido. En el plano horizontal, querida muerte, nadie puede quejarse de mis errores. El horizonte me invita a comprobarlo mientras llueve y si llegas hoy nada puede ser tan malo.

– ¡Déjame verte no dormir!  
– No sé qué tan conveniente sea eso.
– No tienes idea de lo que me dolió tu muerte. Ojalá hubiera podido estar contigo.
– Lo que importa es lo que vivimos. Si quieres encontrarme…  

(¡Se más fuerte de lo que ahora eres!)