Me: Moria que Old Vida

Por Ioshio Hd.

(Escuchando: Radiohead)

Dentro de la sutileza de la fuerza que te empuja hacia el olvido, mientras que un matiz a tu alrededor se desvanece trazo a trazo y en su lugar queda una tristeza que nunca es la misma cuando se tiene una buena perspectiva de las ideas. Como yo que soy alguien muy fácil de olvidar… 

  ¡Qué bonita, noche! ¿Verdad, joven?

La suspensión de mis sentimientos por alguien que se hizo tanto daño que me contagió su dolor. Mientras que la gente a mi alrededor sigue escuchando la música de los grandes deseos y leyendo los renglones de la nostalgia. Yo pienso mucho en las palabras pero no las traduzco a mi voz. Yo leo las palabras escritas de los  mensajes que recibo, pero no las enfoco en mi mirada. Y no sé qué me intentarán decir los que creen asimilar lo que me pasa. 

A mí solo me queda congelarme para darme cuenta de que siempre he sido y soy muy fácil de olvidar. Como muchos que he conocido. Como todos que alguna vez olvidarán y serán olvidados. La sutileza de una fuerza que te empuja hacia la caída, hacia donde todo pasa justo después de llamarle VIDA a la belleza de una canción con la que una madre te acunó en sueños; o hasta la belleza de la última vez que un padre se logra limpiar el culo por sí mismo. Con una sucia parte de los recuerdos que, entre mancha y rastro, va formando el olvido. Pero nunca me retracto de lo sucio, cariño. Es peor manchado de los vacíos por dentro. Los lados de mi muerte están selectos, y los mejores momentos se descubren colgados en las paredes de la memoria.  Ahí es justamente donde se suscita lo que puede llamarse eterno. 

         ¡Qué bonita, noche! ¿Verdad, joven?

El efecto “ambarino” que esconde la señal de una vida con los sueños, las distancias, los delirios, el sabor de la piel, el color de mi voz anunciando el nombre de una chica algunos años menor que yo. El sonido distante de una canción de Radiohead interpretada por un vecino en la azotea de la casa. Las emociones del desvelo, sus conductas y el intenso intermediario. La luz de la ventana del cuarto de baño. La iridiscencia de tantos filosóficos días que explotan en una sola parte humana… una descendencia. La sutileza de la fuerza que te empuja hacia una canción para escucharse mientras se abre la última de las noches.

         ¡Qué bonita, noche! ¿Verdad, joven?

Me grita el vecino desde la azotea. Dejo la puerta abierta por si tiene que pasar una nueva idea sobre la cual escribir con aquella música de inspiración. No llega nada pero el sabor de la espera es innegable & inconfundible. Me había quedado en casa todo un weekend pensando en qué podía volver a decirle a mi propia consciencia para no olvidarme también de mí MISMO. Pero el tiempo se me va como sangre corriendo por entre las venas. La sutileza de una fuerza que te arroja hacia el VACÍO y me descubro con una nueva forma de sentir y demostrar la INTIMIDAD

Un mensaje emanado desde el secreto de una voz que pone su mano cerca de mi oído para tapar el ruido del ambiente y escuchar solo su calor en el filo de una impavidez atravesada por miles de fantasmas en mi cabeza llamados segundos, días, años, siglos, tiempos… La voz decía: Si tomas la historia de los mejores analistas de la VIDA te darás cuenta de que en ella no se encuentra tú vida; pero no por eso dejas de buscarla, ¿cierto? 

¿Estarías dispuesto a terminar con el ser que te convertiste por error o más con el que siempre evitabas convertirte desde la infancia?  
Dentro de la sutileza de la fuerza que te empuja hacia el olvido, existe una tristeza que nunca es la misma cuando se tiene una buena perspectiva. Una escena de una habitación atrincherada con lo indispensable para vivir y fuera de toda comodidad. Desde el escenario menos literario, el menor gesto se vuelve literatura de verdad. Segundos, días, años, tiempos…  una delgada línea entre lo que es FELICIDAD y lo que es VIDA

Pero cuanto más suceden, más se alejan de la realidad. Aun cuando en la realidad todo está en su lugar correcto. La memoria aún está de mi lado, el tiempo ya (casi) no. 
¡Qué bonita, noche! ¿Verdad, joven?, me grita el vecino desde la azotea.
A veces solo hace falta escucharlo de alguien más, aun sin tener en la mente las palabras exactas, ¿Lo sabías?  De mí solo recuerda que siempre fui alguien muy fácil de olvidar. Me: moria que old Vida.