Por Ioshio Hd.
Dentro de la misma historia, las cosas se habían modificado. Todo mundo ama alguien, pero también puede amar a alguien más. Con esta convicción Perla Sónica decidió irse a San Francisco y entonces (al menos para mí) todo se sumió en un mismo tiempo. El tiempo en que llegamos a conversar de nuestras ansias y nuestros temores a solas. El presente entre dos vueltas de espalda, hasta volverse intenso.
Era cierto. Me daban ganas de volver a decirle que ella era algo que jamás iba llegar a tener. Pero eso, no me convencía de extrañarla menos. Ni poniendo en la televisión los programas más vulgares o dejando que las calles de esta ciudad me llevaran a la ruina. En cierto momento lo único que podía voltear a ver, era mi cara en el espejo del baño. Cuando creí que solo los buenos juicios, los sanos pensamientos, nos salvarían; o mejor dicho, me salvarían de mí mismo.
Al ver mi rostro más de cerca he logrado recordar a Perla Sónica tomando sus cosas de manera tosca y azotar, por último, la puerta de la casa de manera brutal. Dentro de la misma historia, las cosas se habían modificado. Y la espiral de mi memoria ahora daba vueltas hacía abajo. Los estrechos largos de la vida perforados con una vieja destrucción. Todo mundo ama a alguien, pero también puede amar a alguien más.
Las convicciones, en ocasiones, acechan contra la voluntad.