Las imperfecciones por lo general se repasan, las recordamos en el espejo a diario. – J. Plata
Por Ioshio Hd
Sí, la noche había cumplido con su deber. O al menos, para Vreni, se había cumplido ya. “¿Cuántas veces puede acostarse alguien con un amante y prometer que será la última?” dijo ella sentada en la sala de su departamento con una taza de café en las manos. Hacía el frío de un invierno que se da en Puerto Vallarta a las seis de la mañana en un domingo.
Aquella misma noche, Vreni me preguntaba por teléfono si yo alguna vez había perdido de verdad a una mujer… “No sé por qué me lo preguntas, pero sí he perdido a más de una” le contesté. “Es que yo no siento que haya perdido antes a un hombre, pero aun así hay ocasiones en que pensar en eso me hace sentir extraña” dijo ella. Luego le expliqué que los restos de sus historias siempre me demostraban que existen tantos modos de terminar una relación.
Las historias siempre serán una manera de resumir el tiempo. Aunque definitivamente uno nunca pueda detenerlo. Tras cada paso, cada frase, cada emoción y, por qué no decirlo, tras cada fracaso se esconde un destello de tiempo abreviado para formar con ella una hoguera de nuevas historias. Específicamente con Vreni, las etapas de su vida eran marcadas por el final de sus relaciones; o eso es lo que pensaba ella.
Vreni me dijo que se sentía un poco rara algunas tardes y por las noches no podía estar en paz porque los ojos se le llenaban de historias. Historias que no pueden ser conocidas por nadie más, pero que están ardiendo en sus pupilas en medio de la obscuridad como dos hogueras tentando la mortalidad. En ocasiones en la soledad de su cama, pero en otras aunque estuviera acompañada, la realidad le marcaba. Realidades que suelen llevarnos al margen con una máscara hecha de espejos y con esta máscara la paz no siempre están de tu lado.
Al momento de estarla escuchando contándome todo eso a través de la línea telefónica, me di cuenta de cómo, cada vez que se cuenta algo, la gente tiene un don para hacer de las cosas un caos natural; un don para cambiar el orden de las ideas tanto fuera como dentro de sí. Y la historia ya no sólo es de quien la vive… sino también de quien la interpreta.
“Te la pasas diciendo que será la última vez, pero justo es lo que siempre buscas ¿No te has dado cuenta de que los juegos del amor son tan absurdos como adictivos?” – decía ella – “Los horrores pueden enfrentarse, pero los errores son los que por dentro queman.”
Para Vreni, los ligues, como los viajes, eran otra forma de aventura y regularmente cuando dos personas se meten en una habitación y cierran la puerta tras de sí, se abren nuevos ciclos. Nuevos modos de hacer cosas que te hagan resistir hasta un próximo destino. Pero siempre llegas al mismo punto… se busca llegar al mismo punto. Según interpretaba yo, aquí lo más importante es el viaje no el destino. “¡Exacto!” – dijo ella – “Cuanto más disfrutas de todo eso, es lo que yo llamo Ligues Mayores. Tú más que nadie sabe que esta vida está llena de dulces compañeros y de muchas otras noches satisfactorias. De todos modos hay tantos modos de fracasar en las relaciones. Creo que ahora ya lo entendí. Quizá aquí la moraleja sea: Viaja ligero, que al final llegarás a donde mismo.”
Cuando colgamos eran casi las seis de la mañana. Sí, la noche había ya cumplido con su deber.