Ficciones con Soundtrack | Por las venas no corre sangre sino fuego

Por Ioshio Hd.

Jóvenes sin futuro, les habla su capitán.
Ricardo Limassol

Te hablo de la juventud como la edad perfecta para comprenderlo todo en medio del delirio, cariño. Vamos, que no importan si las horas tienen luz amarilla y se convierten en el elemento absoluto de nuestra intimidad; ni mucho menos si la excitación se convierte en el elemento paralelo de lo que nos hace constitutivos. No importa el efecto de la danza de la obscuridad afuera de la habitación, porque son los cuerpos los que generan la luz necesaria para alumbrarnos por dentro. Importa más la intensidad. 

Mentir no nos costará bastante para comprender lo que es verdadero. Sabiendo que ahora tenemos todos los colores del fuego en nuestras venas y aquí estamos: 
A R D I E N D O, nada más. Libres y asombrados, armónicos y artísticos; bailando sobre una imagen musical de lo salvaje y lo exquisito bajo una tenue luz: como elemento de la voluntad. 

A partir de este momento quiero que todos los bailes afronten la confusión y resuman el fuego en nuestra propia sangre al vivir sobre el G I R O – G I R O de consumarnos con la habilidad más consumada de amar. Hoguera de matices color naranja que equilibra nuestra temperatura mientras nuestros juicios se mueven alrededor y conquistamos todos nuestros sueños que flotan envolviendo nuestro único lenguaje. Invariablemente único, además.  

El uno agitando los tiempos, el otro manteniendo en movimiento los colores y la vida se resume en un cálido latido. Dejándonos llevar por todo lo que está de nuestro lado para darnos la fuerza indispensable, junto con todo lo que es puro de nosotros mismos y atravesar cualquier muerte que tenga que ver con la belleza y el exceso.  
 
Sin ir a ninguna parte, pero encontrando los elementos discretos como la voz y la música, la luz y lo espeso de lo dionisiaco que recorre nuestras vidas a la par que el efecto de lo acucioso va enfocando nuestra intimidad: A I R E  & A R D OR convertidos en resoles. 

Confusiones de nuestra propia corporalidad por tomar todos los rojos ahora del fuego y ponerlos en nuestras venas, sin ser nadie para convertirnos en la semilla de las rosas más salvajes que nacen con las espinas que se clavan en la piel de las cautela y la reciprocidad. En un fruto de nuestros ojos se puede ver la semilla de esas cosas que se entregan dulcemente a nuestros deseos y nada más, preñando cada noche la tierra para que todos los días veamos nacer al sol que nos trae calor y luz una vez más. 

Y poder ver el rostro de alguien que tomará nuestra obscuridad para besarnos justo en lo que deberíamos estar sintiendo sin aviso por la música, pero si por el amor. Aunque ambos estén hechos para lo mismo: para hacerse y para compartirse. Detrás de los rojos del fuego mismo: una ciudad, un centro, una habitación, un cielo y un horizonte que nos muestra la pareja de la utopía en un baile desvelado.

Baila despacio, cariño, esta danza de ballet indie, este hip hop de acordes brasileiros, esta balada de metal smooth jazzera, este electrofunk de toques clásicos, esta canción rocksteady edulcorada con resoplidos techno y espesados con voces de rap… al final, si quieres, manda memes y comparte stickers.  Porque esta es la edad perfecta para encontrar sentido en el desvelo y en el delirio.

Con los rojos del mundo que hacen los caminos dentro de nuestras venas para calentarnos te diré C´mon baby wild my fire: y tú entenderás que por nuestras venas no corre sangre, sino fuego. 

Ya sabes, te hablo de esa juventud que te hace vivir perdido, morir viejo y olvidar despacio, cariño. 

 

Lista de Reproducción:  Ivedt Rodríguez. Ilustración en la Portada: Gabriel Avalos, a.k.a El Dagas.